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CRISIS: LA LUCHA DE LOS PARADIGMAS
admin Editorial/ EL Universo 2022-10-24 23:24:31 2
A decir del dramaturgo y poeta alemán Berthold Brecht, la crisis se produce cuando lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer.Las sociedades modernas, regidas por principios de democracia y división de poderes que llegaron de la mano de la Revolución Francesa, tienen algunas décadas un forcejeo intenso por crear nuevos paradigmas que se sintonicen con las necesidades ciudadanas.El combate entre el viejo régimen, en el que impera el caciquismo y el clientelismo político, y un nuevo modelo, donde el ciudadano sea el protagonista y establezca el balance de la vida democrática, es cada día más intenso. Ese viejo modelo implica el secuestro y control del poder por parte de élites partidistas, concentra el poder en congresos y asambleas, es decir, en partidos políticos, que ejercen un dominio hegemónico.
En nuestro país, no es de extrañarse, esa hegemonía actúa también desde la Constitución de Montecristi, el Consejo de Participación Ciudadana, el Consejo de la Judicatura y otros organismos de control; hasta allí se traslada la disputa entre actores de la política que, con ferocidad e hipotrofia ética, se disputan esos territorios desde donde se manejan las cuerdas del poder real.Todo esto bajo el enunciado del “bien común”, parte esencial del discurso político de masas del siglo pasado y que pervive aún.Por otro lado, el nuevo paradigma, que busca desterrar el poder hegemónico e instaurar una auténtica democracia, que represente a los ciudadanos y no a los partidos, que concentre el poder en la masa y no en la casa de los dirigentes políticos o gremiales, pugna por nacer.
Enfrentamos una crisis, una pugna entre lo viejo y lo nuevo que no termina de emerger pero que está llamado a vencer.Sin duda, tal como están las cosas, el gran reto del gobierno del presidente Lasso reside en ayudar a alumbrar un nuevo modelo y estructura del quehacer democrático. Allí radica, a mi criterio, su posible manera de trascender y pasar a la historia.
Para esto, debe abandonar el viejo modelo, recuperar el Estado para los ciudadanos y propiciar una reforma integral para que deje de ser un aparato al servicio de intereses particulares.La reforma a la Constitución actual es indispensable para desmontar la estructura de concentración de poder que, de manera deliberada, se construyó en Montecristi.
La gobernabilidad debe trasladarse de la Asamblea a las calles, a los mandantes.Hasta ahora, el presidente muestra un talante relajado y para muchos descuidado, que contrasta con el tono impositivo y autoritario, común en nuestra región. Guillermo Lasso prefiere ser silenciosamente eficaz y no mordaz, lo que quizás sea el síntoma de un parto en marcha.
Las críticas estarán presentes, lo importante es que la visión perpetúe y que las ideas de cercanía y atención ciudadana venzan al acalorado discurso y control total.El país necesita un nuevo modelo, ¿será usted el que lo logré implementar, presidente? Manos a la obra, el reloj sigue su curso. (O)
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